La Noche de la Tentación: Encuentro con el Señor del Pecado
Esa noche, la excitación de invocar al Señor del Pecado fue solo el comienzo de una experiencia inolvidable. En completa oscuridad, Isabel sintió cómo su tanga se deslizaba hasta los tobillos y sus caderas se alzaban como si tuvieran vida propia. El demonio, invisible pero intensamente presente, la penetró con una fuerza y pasión que la dejaron bañada en sudor y jadeando de placer. Aunque no podía verlo, cada embestida la llevaba al borde de la locura. Cuando pensó que todo había terminado, él la volteó bruscamente, abriendo sus piernas hasta el límite del dolor y reanudando el acto con una intensidad aún mayor. Isabel experimentó el orgasmo más intenso y prolongado de su vida, su cuerpo temblando y su sexo ardiendo. Después de tres horas y media de éxtasis infernal, quedó exhausta y adormecida. Esa noche marcó el comienzo de muchas otras experiencias que prometían llevarla al borde de sus límites y más allá.
AZMODAN Señor del Pecado
7/31/20242 min read


La Noche de la Tentación:
Encuentro con el Señor del Pecado
Esa noche estaba excitada. Invoqué su nombre, Señor del Pecado. Mi entrepierna se humedecía. Con los ojos cerrados y casi en completa oscuridad, pude percibir mi tanga deslizarse hasta los tobillos. Mis manos estaban a cada lado de la cama y mis caderas levantadas, como si yo misma me elevara con los talones. Pero era él, el mismísimo Señor del Pecado.
Sostenía fuerte mis caderas, arqueaba mi cuerpo y me arrastraba hacia él. Sentía cómo me penetraba, llenando todo mi interior con su sexo. Estaba bañada en sudor y respiraba por la boca, podía oír mis fluidos vaginales cuando embestía mi intimidad. Abrí los ojos y no pude ver a nadie. Era como si estuviera teniendo sexo con el hombre invisible. Pasaron varios minutos y de pronto todo acabó. Me soltó y reboté en la cama, aún sin poder moverme. Mi respiración se normalizaba y, justo cuando pensé que todo había finalizado, sentí sus manos empujarme al centro de la cama. Bruscamente, mi cuerpo dio media vuelta, quedando de espaldas con mi trasero desnudo y expuesto.
Esta vez, mis piernas se abrieron lentamente como si tuvieran vida propia. No podía ver, tenía la cabeza volteada a un lado, y él seguía abriendo mis piernas, hasta que grité del dolor. Ya no podía abrirlas más, me mantuvo en esa posición. Sentí algo caliente en medio de mis piernas que empezaba a penetrarme. Comenzó despacio y después a un ritmo cada vez más rápido. Empecé a sudar de nuevo, abrí la boca para poder respirar mejor. No podía hacer ningún otro movimiento. El placer fue aumentando.
Aproximadamente, lo que a mí me pareció una hora o más, no pude más y terminé por explotar en el orgasmo más intenso y largo que haya tenido jamás. Fue como si el momento de placer se hubiera prolongado. Todo mi cuerpo temblaba, mi ardiente vagina se contraía y apretaba aquella cosa caliente y dura que estaba todavía dentro de mí. Así duré algunos minutos, hasta que sentí cómo bruscamente salió de mí, como si me hubiera soltado. Inmediatamente pude moverme y hablar. Volteé a ver el reloj y eran las tres y media de la mañana.
Toda aquella experiencia había durado como tres horas y media. Mi cuerpo estaba exhausto, apenas tenía fuerza para levantarme. Fui al baño, mi cuerpo aún temblaba, mi sexo ardía y por dentro lo sentía adormecido. Después de esto, he tenido otras experiencias que les contaré más adelante.