Azmodan: El Señor del Pecado en la Tierra
En las profundidades del Abismo, Azmodan, el Señor del Pecado, anhela conquistar el plano terrenal y someter a las humanas con su lujuria y conocimiento prohibido. Tras abrir un portal entre los mundos, Azmodan toma posesión del cuerpo de un devoto sacerdote, transformándose en una figura de irresistible atractivo. En un pequeño pueblo, Isabel, atrapada en la monotonía de su vida, es la primera en sucumbir a su hechizo. Con cada mujer seducida, el poder de Azmodan crece, convirtiendo al pueblo en un reino de decadencia y corrupción. Su ambición es infinita, y cada alma corrompida le acerca a su objetivo final: un mundo sumido en pecado eterno bajo su reinado supremo.
AZMODAN Señor del Pecado
7/31/20242 min read


Prólogo
En lo más profundo del Abismo, donde la oscuridad se convierte en sustancia y la maldad es un arte, gobernaba Azmodan, el Señor del Pecado. Azmodan, conocido por su habilidad inigualable para corromper almas y sembrar el caos, sentía un deseo insaciable de trascender los límites del inframundo y conquistar el plano terrenal. Su objetivo era claro: seducir a las humanas con su lujuria y conocimiento prohibido, y convertirlas en sus devotas siervas.
Una noche, bajo la siniestra luz de una luna llena, Azmodan llevó a cabo un ritual antiguo y prohibido. Con una mezcla de sangre demoníaca y encantamientos arcanos, abrió un portal entre los dos mundos. Un calor sofocante y una oscuridad palpable llenaron el aire cuando Azmodan cruzó el umbral hacia la Tierra.
Para comenzar su reinado de seducción y corrupción, Azmodan necesitaba un disfraz que le permitiera moverse sin ser detectado. Encontró su oportunidad en un pequeño pueblo, donde un sacerdote devoto vivía una vida de servicio y celibato. Azmodan, con su perverso ingenio, tomó posesión del cuerpo del sacerdote. Bajo la apariencia de un hombre santo, moldeó su cuerpo a su antojo, convirtiéndose en una figura de irresistible atractivo. Alto, musculoso, con una mirada penetrante y una sonrisa que prometía placeres prohibidos, se convirtió en el objeto de las fantasías más oscuras de las mujeres del pueblo.
Isabel, una joven atrapada en la monotonía de su vida cotidiana, fue la primera en caer bajo su hechizo. Desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron, sintió una atracción irrefrenable hacia él. Azmodan la envolvió en una conversación hipnótica, utilizando palabras dulces y gestos sensuales que la hacían temblar de deseo.
Lentamente, Isabel sucumbió a las artimañas del demonio. En un lugar apartado, donde su influencia era más fuerte, Azmodan desató todo su poder lujurioso. Isabel, completamente rendida ante él, se entregó a una pasión desenfrenada, y Azmodan impregnó su alma de corrupción. Con cada caricia y cada susurro, su dominio sobre ella se volvía absoluto.
Pero Azmodan no se conformó con una sola víctima. Con cada mujer que seducía, su poder crecía y su conocimiento sobre los deseos más oscuros de la humanidad se expandía. Convertía a las mujeres en sus esclavas, incapaces de resistir sus órdenes, usándolas y abusando de su dominio. El pequeño pueblo pronto cayó bajo su influencia, con mujeres que se volvían marionetas de su voluntad y hombres que eran testigos impotentes de la decadencia de sus seres queridos.
Así comenzaba la odisea de Azmodan en la Tierra, un demonio en el cuerpo de un sacerdote, absorbiendo conocimiento y poder a través de la seducción y la corrupción. Su ambición no tenía límites, y cada alma corrompida le acercaba un paso más a su objetivo final: sumir al mundo en un pecado eterno, donde él reinaría supremo.